No sé si les pasará a muchos de ustedes. Cuando uno ha pasado su infancia deportiva en los años 80 y se da cuenta del tiempo que ha transcurrido desde entonces, resulta curioso pensar que en muchos aspectos aquellos fueron tiempos dorados. Fueron tiempos de rivalidades y de mitos que han permanecido incólumes hasta estos días. Me he propuesto dedicar tres entradas a mis tres mitos particulares de aquellos tiempos.
Para alguien como yo, que por aquel entonces jugaba a baloncesto en el equipo del colegio, la máxima aspiración vital a la que se podía aspirar era ser, algún día, jugador de la NBA. Y es que, por aquel entonces, un tal Ramón Trecet a quien alguien levantará un día un monumento nos sumergió de cabeza en el mundo de la liga profesional americana de baloncesto los viernes a partir de la una de la madrugada, creo recordar. Claro, todos los tiernos aficionados de diez años comenzamos a saber lo que era trasnochar gracias al maestro. Ahí comenzó nuestro delirio baloncestístico ochentero. El tiempo de los mitos. En mi caso, hubo dos momentos cúlmen, cuasi paroxísticos en las retransmisiones de aquellos tiempos. El segundo lugar quedaría para las series finales que enfrentaron a los Lakers de Magic Johson con todo dios por entonces: primero los Celtics de Larry Bird y luego los Pistons de Detroit de los Bad Boys.
Sin embargo, si hubo un día en que la televisión literalmente comió mis entrañas fue en la final del concurso de mates de 1988 en Chicago. Como alguno diría años más tarde, aquella fue «la madre de todas las finales». Dios mío, sólo con recordarlo hoy en día todavía se me pone la carne de gallina. Creo que no dormí los días anteriores pensando que llegaba el gran día. Imaginen a un pre adolescente de doce años que jugaba a baloncesto a punto de acceder a la piedra filosofal y se harán una idea de lo que era yo por aquellos días.
Pero no era para menos. Era la final de finales. El destino definitivo para los los matadores definitivos. El encuentro sin vuelta atras. El mito definitivo después del cual ya nunca se recobraría el concurso. EL CONCURSO DE MATES QUE PASARÍA A LA HISTORIA COMO EL MEJOR DE TODOS LOS TIEMPOS.
«DOMINIQUE WILKINS Vs. MICHAEL JORDAN»
La épica estaba servida. Los dos mejores matadores de los años 80 se cruzaban, por fin, después de no coincidir desde 1985 en que ganó Wilkins. Cada uno había conseguido un título y el desempate en Chicago prometía ser el duelo definitivo que jamás se volvería a ver en la NBA. Llevaban años huyendo el uno del otro, escurriéndose del inevitable choque de trenes definitivo.
Los protagonistas:
– Dominique Wilkins: Jugador de Atlanta Hawks. Llegaba a Chicago en plenitud. Líder indiscutible de su equipo y All Star, era una de las estrellas más grandes de la época. Su estilo de mate era demoledor, sus saltos, hiperbólicos, y, además, disponía de un arsenal de mates irrepetible. Nadie por entonces podía competir con él. El «360º» y, sobre todo el «Tomahawk» en sus dos versiones eran las dos armas imparables que nuestro hombre ponía sobre la pista.
LA INCREIBLE SECUENCIA DEL "TOMAHAWK"
– Michael Jordan: El dominador de la NBA de los 90 no tenía un equipo a finales de los 80 como para hacer sombra a Celtics o a Lakers pero todos coincidían en que era el único que podía vencer a Wilkins en el Slam Dunk, y más jugando en casa. Él era el otro mito del mate y su «Air» llevaba camino de convertirse en «la marca».
"Air" Jordan.
– Los antecedentes: Wilkins comenzó su andadura en el 84 quedando tercero detrás de Julius Erving (claro). En el 85 ganó a Jordan pero perdió en el 86 con Spud Webb. El reencuentro entre los dos matadores definitivos parecía celebrarse en el 87 pero una lesióna de Wilkins impidió celebrar el mítico encuentro y dejó vía libre a Jordan para ganar su título. 1988 era el año para el mito y quien ganase pasaría a la leyenda como el sinónimo de «mejor matador de la historia».
Por entonces, todos los fans de Dominique Wilkins sabíamos que nuestro hombre era mucho mejor que Jordan y que su repertorio de mates era inigualable. Por mucho que lo intentara, «Air» solamente disponía de ese mate, por otra parte, legendario mientras que Wilkins disponía de los Tomahawks a una y dos manos y los 360º para cepillarse a cualquiera. Wilkins saltaba mucho más y siempre quedaba mucho más cerca del aro que Jordan. Ni siquiera én términos de plasticidad podríamos compararlos. Ya ni hablemos en cuestiones de potencia o de resolución del mate. En definitiva, todo estaba preparado para que viésemos vencer a nuestro Dominique Wilkins y aquella era la noche para la leyenda.
BALÓN A TABLA Y MATE DESDE EL MISMISIMO CIELO.
Sin embargo, una sombra se avecinaba sobre todos los fans acérrimos de Wilkins. El concurso se celebraba en casa de Jordan y no se podía aguar la fiesta al emergente mito de Chicago. El concurso transcurrió según los términos que narra la leyenda. Ambos protagonizaron la esperada final y era incomprensible que los jueces no botaran todo dieces a un Tomahawk a dos manos de Wilkins. El «Air» final de Jordan supuso un pleno de dieces que decantó el concurso a su favor por 147 contra 150 puntos.
El mate que hizo a Jordan entrar en la leyenda.
La injusticia se cebó con Wilkins que tuvo que reconocer aquello de que «En pueblo forastero la vaca corre al toro».
Aquí tenéis un link que os pondrá en antecedentes de aquella mítica final. Nunca se había visto nada igual y, lo que era peor, ya nunca se vería un duelo de semejante embergadura entre dos leyendas de tal calibre.
http://www.youtube.com/watch?v=AO4e9OG1iVM
Jordan ganó aquella final cuando todo el mundo coincidió en que era Wilkins el verdadero ganador. Para compensar, dos años más tarde fue Wilkins quien ganó el concurso enfrentándose en la final a un imaginativo Kenny Smith. Éste fue mejor pues el repertorio de Wilkins era el mismo que el de Chicago pero había que compensar.
Ya nada fue igual para el Slam Dunk Contest desde la retirada de Jordan y Wilkins. Ya jamás hubo un duelo en la cumbre y solamente Vince Carter a comienzos de los 2000 le imprimió cierto carácter mítico al concurso. Por cierto, solamente un año se salvó de la mediocridad desde entonces y fue 2008. Os animo a buscar el concurso de mates de ese año por You Tube y pasaréis un buen rato. Mientras tanto, sigamos maravillándonos con el recuerdo del mítico concurso de 1988.
Besos y abrazos.
Alfonso
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